miércoles, 2 de junio de 2010

EL PLENO DEL APARCAMIENTO

Estamos acostumbrados a unos plenos carentes de interés, totalmente descafeinados. A lo sumo el contraste de pareceres y caracteres del responsable del PP en el pueblo y de la PCU, que no reconcilian sino que en un ejercicio de responsabilidad se dicen lo que oposición y poder hacen en defensa de eso que llamamos democracia. Salvo esas ocasiones en las que se vituperan con ardor de guerreros, los plenos, insisto, son aburridos.
Pero en el último hubo dos ocasiones en las que presenciamos una enconada defensa y un baldío intento de desautorización.
Vayamos por partes.
Nuestro grupo solicitó información sobre el supuesto alquiler, por parte del ayuntamiento, de parte de los aparcamientos que actualmente construye Toveloy para el municipio de Chiva tras haber cedido nuestro consistorio terrenos junto a la Casa de La Cultura con el fin de dotar de espacios para coches en un pueblo pensado y meditado para oponer al vehículo motorizado toda clase de impedimentos.
Suponemos que cuando se estudió la viabilidad del proyecto se pensó en una masiva compra de aparcamientos.
Una oficina de la empresa constructora en la entrada a las dependencias municipales atestigua el interés de los actuales responsables de animar a la compra a los chivanos. Lo malo es que los cálculos, al parecer, no han salido como se esperaba. Así nos encontramos con una operación contable/financiera digna de un discípulo de Mario Conde en la que el Ayuntamiento de Chiva propone una subasta para alquilar un número considerable de aparcamientos, por un plazo de diez años, y por un monto financiero cercano a los dos millones de euros. ¿Y sabes ustedes quién ha sido el único interesado? Pues Toveloy, que de esta forma, y si no se demuestra lo contrario, tiene en su poder un aval financiero que le permitirá seguir con la construcción en unos momentos de crisis, para muchos insuperables.
Primero fueron Cristina Suárez y Angel Descalzo (PSOE) y después Raúl Campos (PCU) quienes no pararon de preguntar al alcalde los criterios de la subasta, la inversión realizada, y lo que al parecer era “un perfecto traje”, a la empresa constructora muy condicionada por los tiempos y los bolsillos.
La respuesta del alcalde no satisfizo y por eso la oposición volverá a la carga con más argumentos que sin duda van a poner en evidencia a un gobierno que ha prometido lo que sabía no podía realizarse. Porque no nos engañemos, tras el aparcamiento está el nuevo hogar del jubilado, la baza más importante esgrimida por el PP de Chiva, y auténtico banderín de enganche y cesto de votos populares que corre peligro de no hacerse.

Y respecto a las tasas de agua en urbanizaciones, oímos argumentos de Campos quien no tiene reparos en denunciar la falta de credibilidad de un ayuntamiento que pretende estar sin arriesgar. Difícil tarea cuando se conjugan intereses de muchas personas que a lo largo de los veranos claman por el agua, y que asisten impasibles a unas tarifas abusivas, incluidas las de conexión, que hacen del agua un instrumento de permanente enfrentamiento y que tiene en los vecinos de algunas urbanizaciones las víctimas de una política en la que el actual consistorio poco ha resuelto, hasta ahora.
Pero lo bueno se materializa cuando nuestra primera autoridad desbordada por los datos y la dialéctica no mantiene la compostura y en un intento de atajar las críticas califica de “burro...burro” a su oponente. Después llegaron las disculpas, pero el daño estaba hecho.
Y una vez más, en esta ocasión fue Emilio Morales el “speaker”que solicitó la dimisión del alcalde, en una lista de acusaciones que nuestro ínclito prócer escucha, junto con sus incondicionales, con muecas de incredulidad, como si con ellos no fuera la cosa.; muecas que en ocasiones se traducen en aplausos y ánimos de jalear, lo que parece incomprensible e inverosimil.
Los medios de comunicación presentes, no sólo el que financia al ayuntamiento con fondos oficiales, darán cumplida información de lo acontecido. Si no es así, aquí estamos nosotros, fieles cronistas, para relatar en primera persona lo que acontece en un salón refrigerado, que mes tras mes se convierte en diapasón de un pueblo que algún día deberá despertar de la catarsis en la que se encuentra.

El Cronista