miércoles, 3 de febrero de 2010

"PARACAIDISTAS" Y "JUGUETES ROTOS"

¿Por qué los líderes políticos se empeñan en hacer fichajes de “paracaidistas” para cargos electos que raramente funcionan?

Buscan tirón electoral, pero no hay muchos precedentes de éxito de este tipo de operaciones. Casi todos terminan abandonando, como juguetes rotos a los que sus líderes ya no les prestan atención.

Felipe González lo hizo con Baltasar Garzón y acabó como acabó.

José María Aznar lo intentó con Anna Birulés y estuvo a punto de hacerlo con Dambonenea y ninguno funcionó.

Zapatero se obstinó en meter en las listas a Bernat Soria y Cesar Antonio Molina, entre otros, y presentó al ayuntamiento de Madrid a Miguel Sebastián. Ninguno de ellos aguantó en sus cargos electos y abandonó rápidamente, poco después de repetir con énfasis que se quedarían.

Y Rajoy tuvo la ocurrencia de presentar como número dos por Madrid en 2008 a Manuel Pizarro. No le dio ni un solo voto e incluso su derrota en un debate ante Solbes (con un solo ojo) facilitó la victoria electoral del PSOE.

Rajoy dijo en su presentación que su incorporación era buena para la política, luego ahora tendrá que admitir que su marcha es un golpe para su partido. Pero no lo hace, porque Pizarro ya era un juguete roto arrinconado hace tiempo.

Los políticos tienen mala imagen, pero no es fácil ser político. Y los de aparato ("aparateros" en la jerga) dan siempre infinitamente mejor resultado, porque suelen estar curtidos en la política orgánica y en la de gestión.
Y los partidos, pese a su mala prensa, tienen una actividad interna que raramente trasciende, pero que sirve de escuela para sus cuadros y de movilización social. Tienen muchos defectos en su funcionamiento, incluida su poca democracia interna, pero su funcionamiento diario en cada pueblo, agrupación o sede resulta imprescindible. Y los “paracaidistas” eso lo desconocen. El mejor candidato a alcalde suele ser el que durante cuatro años se ha bregado como portavoz de la oposición municipal durante cuatro años y no el “paracaidista” del último momento. Hay miles de ejemplos de paracaidistas fracasados en elecciones municipales que no soportan trabajar en la oposición y abandonan al poco tiempo.

Pizarro ha sesteado en el Congreso desde las elecciones, formaba parte de lo que se llama “el Valle de los Caídos” del Hemiciclo, y como juguete roto ha terminado, como era previsible, dejando el escaño. Como todos prometió que se quedaría, pero se ha ido. Y sin dar ninguna explicación a los ciudadanos. Su compromiso con los electores duró lo que duró su ilusión (o capricho) de tener poder en un alto cargo.

Igual tiene que ver que era el diputado con más actividad privada, al margen del Congreso. No le compensaba estar en el escaño y el trabajo político diario y ha cambiado de hobby.

Fernando Garea