lunes, 16 de marzo de 2009
ANTES DE QUE LAS CAÑAS SE VUELVAN LANZAS ("¡TRAJES PARA TODOS!")
Váyase, antes de que las cañas de la romería de ayer se le vuelvan lanzas
Por mucho que el PP niegue la evidencia, Francisco Camps ya es un cadáver político
Habría sido incluso verosímil la patética declaración de Francisco Camps ayer por la mañana, negando de nuevo la mayor, después de que apareciesen en El País las revelaciones de su sastre, José Tomás García –el nuevo sastrecillo valiente-si éste se hubiera referido sólo al atuendo de romero castellonense, blusón negro, pañuelo verde y la caña en la mano, que lucía el líder de la derecha valenciana. Aunque por lo que ha narrado Tomás García, el presidente de la Generalitat valenciana es un dandi casi neurótico, no parece que su uniforme digamos campesino, propio de la romería de la Magdalena –que se celebra con motivo de la fiesta grande de la ciudad de Castellón- también pertenezca al conjunto de los trajes que ha venido abonando periódicamente, con billetes de 500 euros, Pablo Crespo.
Por cierto, este tipo, Crespo, fue durante años secretario de Organización del PP gallego. Es ahora, o ha sido hasta ahora, destacado miembro de la trama de presuntos estafadores, especializados en pelotazos y suculentos negocios a la sombra del PP y de muchas de las instituciones controladas por los populares tanto en la Comunidad de Madrid como en la de Valencia, dos de los feudos que gobierna con holgura la derecha desde hace unos quince años, lo que no impide que la red se extienda por otros lugares de la geografía española.
Otro que tal baila
Ya se puede desgañitar Francisco Granados –otro que tal baila en el PP de Esperanza Aguirre- diciendo sandeces en El Mundo, en defensa de Camps, como la siguiente: “Nadie duda en el PP de la honorabilidad de Paco Camps, ni la de Ricardo Costa (su segundo en el partido). ¿Alguien puede pensar que Camps va a manchar su intachable historial político por un traje?”
El ínclito Fabra
Regresando a Castellón, el ínclito presidente de la Diputación de esa provincia, Carlos Fabra, el padrino, ya puede repetir, si lo considera oportuno, su bendición a Camps. “Pongo mi mano en el fuego por él”, dijo Fabra recientemente. ¡Menudo avalador de inocencias es este sospechoso personaje, asediado judicialmente y protegido de forma más que significativa por la plana mayor del PP, desde José María Aznar, Rajoy, Aguirre y el sursuncorda.
Otra foto de familia
Pueden volver a hacerse una foto de familia en Génova 13 o en la Generalitat valenciana, o en los dos sitios a la vez. Pueden mirar hacia otro lado y pueden insultar más aún a Baltasar Garzón, a El País y, en general, a los medios progresistas, entre los cuales se encuentra El Plural. Puede Aguirre seguir cerrando comisiones de investigación del espionaje y apoyar a Camps. Puede el equipo de investigación sobre la autoría del 11-M de El Mundo y la COPE afirmar de pronto que el sastre de Camps es primo hermano de un dirigente de ETA, a su vez amigo de la suegra, o una de las suegras, del moro llamado Muza.
Otro discursito
Puede Camps recitar un discursito en el que deslice que se siente perseguido, como el PP en su conjunto, por el PSOE, el Gobierno y el fiscal general del Estado. Puede sugerir, como hizo hace unas pocas semanas, que en realidad el actual Gobierno de España es émulo de Adolfo Hitler y hay que llevar mucho cuidado. Puede hacer y decir lo que le venga en gana.
Un caso no menor
Pero Francisco Camps ya es un cadáver político. Si a Rajoy le queda un gramo de dignidad y de coraje ético –lo que resulta más bien improbable-, tendría que cesarlo de modo fulminante. Porque el caso de los trajes no es menor y, sobre todo, viene a ser un excelente test sobre la conducta de Camps como político. Solamente con el tejemaneje de sus trajes gratis total y con el sastre que acudía al hotel Ritz para tomarle las medidas a este petimetre de pitiminí habría razones más que sobradas para enviarlo a su casa. Sin embargo, lo peor es su íntima relación, sus prolongada relación con los correas boys, que han sacado tajadas hasta el hartazgo en la Comunidad de Valencia. ¿No sabía nada Camps de las andanzas presuntamente corruptas de sus buenos y generosos amigos?
Con urgencia
Si así fuere, también debería dimitir con urgencia. En este caso, por imbécil. O por considerar imbéciles a los ciudadanos de Valencia y a los ciudadanos españoles. Váyase de romería, usted que es tan pío, si le gusta. Pero, sobre todo, váyase a su casa antes de que las cañas que festejan a la patrona de Castellón se vuelvan lanzas. Contra usted, naturalmente.
El líder del PP valenciano y El Bigotes han mantenido una tupida red de intereses, iniciada en Génova 13
Orange Market nació con la llegada de Camps a la Generalitat
Aunque la Generalitat Valenciana ha negado en todo momento que su relación con Orange Market vaya más allá de lo "testimonial" y lo "profesional", muchos datos apuntan a que el PP mantiene una tupida red de intereses y relaciones personales con la empresa implicada en el “Caso Gürtel”, que parten de la llegada de Francisco Camps a la presidencia del Consell.
Según destapa El País, el cabecilla de la trama, Francisco Correa, así como los directivos de Orange Market, Álvaro Pérez y Pablo Crespo, visitaban frecuentemente a Francisco Camps y Ricardo Costa, secretario general del PP valenciano, también investigado. Todos coincidieron en la boda de El Bigotes (Alvaro Pérez), en un reservado del restaurante del Veles e Vents, en Valencia, dato que admitió el Gobierno valenciano, aunque matizando que Camps sólo fue "a saludar a los novios".
Camps se cuidó de ir al bautizo
Pero ya se cuidó el presidente de la Generalitat de acudir al bautizo de la hija de El Bigotes, al que estaba invitado, junto a Vicente Rambla, vicepresidente valenciano, Ricardo Costa y Pedro García, el director de la televisión pública, que sí acudió y fue, además, el padrino. La investigación de Baltasar Garzón revela que el responsable del ente también recibió trajes pagados por la empresa Orange Market. Un dato curioso que evidencia estas buenas relaciones es el hecho de que la mujer de El Bigotes ha ido ascendiendo en la televisión valenciana hasta llegar a recibir el encargo de dar las campanadas de Nochevieja.
Camps y El Bigotes se conocieron en Génova
El Bigotes no llegó a Valencia por casualidad. Había conocido a Camps en la sede del PP, en Madrid, en el año 2000, cuando las empresas de Correa eran la tercera pata del PP. Camps trabajaba en el equipo de Ana Mato, coordinadora de participación por entonces y hoy responsable de organización. El ex marido de Ana Mato, Jesús Sepúlveda, alcalde dimitido de Pozuelo de Alarcón, tenía una estrecha relación con Correa y, según su versión, se intercambiaban coches de lujo. El actual tesorero, Luis Bárcenas, era el gerente que firmaba las facturas.
Orange Market en la Generalitat
Francisco Camps llegó a la presidencia de la Generalitat en el año 2003. Justo entonces Álvaro Pérez y Pablo Crespo fundaron Orange Market y concentraron sus negocios en Valencia. De acuerdo con los datos de El País, en 2004, la empresa ingresó 204.000 euros, y al año siguiente ya facturaba 2,4 millones de euros. Según la investigación de Garzón, el 70% de la facturación de la compañía procede de contratos con la Consejería de Turismo.
Organizó sus campañas
El Bigotes ha sido el organizador de las dos campañas electorales de Camps por la Generalitat. También preparó el congreso del PP valenciano en 2005, y en la campaña de las elecciones de 2008 se le ve en las fotos disponiendo los mítines de Rajoy, según ha comprobado El País.
Todos los contratos para Orange Market
Más de un millón de euros le dejaron a Orange Market los contratos de Fitur, durante cuatro años seguidos. Fue la adjudicataria, además, de proyectos de la empresa pública Vaersa, de la televisión valenciana, del Open de tenis, la fiesta de la Volvo Ocean Race, un vídeo promocional de un hospital, y todo lo relacionado con la visita del Papa a Valencia y el montaje de las gradas del Fórmula 1, entre otras concesiones.